APENAS tiene el tamaño de un teléfono móvil, se coloca como una bandolera y no resta movilidad al deportista. Es el Aparato de Rescate de Víctimas de Aludes (ARVA), un instrumento capaz de emitir y recibir señales en un radio de varias decenas de metros y que puede ser básico para detectar a una persona en caso de verse atrapada por un alud.
Llevarlo y usarlo correctamente puede suponer una reducción de minutos vital en la búsqueda para rescatar a un montañero o esquiador atrapado por un alud. Y, en el peor de los casos, facilitar la recuperación de los cuerpos como ocurrió en el caso de Unai Isasi, Domingo y Santiago Eugui , los tres montañeros fallecidos el pasado sábado en el pico Collarada y que contaban con ellos dentro de su completa equipación.
El ARVA es el aparato localizador -durante la actividad, debe llevarlo en la opción de emisión de señales y, en caso de alud, los rescatadores deben cambiarlo a la opción receptor- pero siempre debe ir acompañado por una pala (para poder cavar de forma rápida) y una sonda (una pequeña vara fina que se introduce en la nieve y con la que se puede detectar un cuerpo). Son tres elementos que deben formar parte ineludible del equipo de cualquier aficionado al esquí de montaña -una modalidad con un alto riesgo de sufrir aludes- e, incluso, al alpinismo invernal. Junto a ellos, por supuesto y al margen de otra equipación (ropa, botiquín, recambios, gafas...), otros elementos de seguridad imprescindibles a la hora de realizar una ascensión o una travesía invernal -sobre todo a ciertas cotas- son piolet, crampones e, incluso, una manta térmica o funda de vivac (para mantener el calor).
Eso sí, y al margen de que siempre hay una serie de factores impredecibles y riesgos incontrolables, los expertos advierten de algo a lo que muchas veces no se le da la importancia adecuada: de nada sirve ninguno de estos elementos si no se saben manejar de forma correcta o si no se conoce los distintos métodos de búsqueda (primera señal, direccional, en cruz...) o las técnicas necesarias (autodetención con piolet). "En todos nuestros cursos de esquí se incluye una parte sobre manejo de ARVA. No es complicado usarlo, pero sí que hay que tener muy claro su manejo y la forma de búsqueda que hay que realizar con él", apuntaba José Javier Labayen, director de la Escuela Navarra de Alta Montaña (ENAM) y vocal de la sección de esquí.
El aumento de la oferta de este tipo de elementos (los más simples dan avisos sonoros pero lo más completos, incluyen también la distancia a la fuente de emisión, la dirección e, incluso, el número de atrapados), el descenso de sus precios (entre 160 a 249 euros, aunque depende del modelo) y el mayor número de cursos que explican su manejo han disparado su uso en los últimos años.
"Hace un tiempo sí que eran más caros, pero ahora eso no debe ser excusa. Hay muchos modelos y muchos precios. Y hay que tener en cuenta que es algo que, en caso de ser atrapado en un alud, te puede salvar la vida a tí o a un compañero", apuntaba Gorka Rípodas, responsable de los cursos de alpinismo de la ENAM.
"En Francia, por ejemplo, es algo que está muy extendido, tanto para los aficionados al esquí de montaña como para los que hacen alpinismo. Y aquí cada vez se usa más. Es recomendable. En un rescate por un alud, la velocidad con la que se pueda liberar a los atrapados es básica. Normalmente, si te ves atrapado, los que te tienen que sacar de allí son tus propios compañeros. Cuanto más tarde el rescate, las posibilidades de sobrevivir bajan muchísimo. Y, por eso también, cada uno debe llevar su propio equipo de seguridad, no debe estar repartido entre el grupo que esté en la salida", apuntaba.
Miér Ene 13, 2010 11:38 am